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La
Cultura Chachapoya se desarrolló entre los años 800
y 1,470 d.C., en la región nororiental del Perú, abarcando
territorios que pertenecen al Bosque Seco Ecuatorial y la Selva
Alta, en una extensión de casi 300 km de longitud y una altitud
que varía entre los 900 y 4,300 msnm, con una rica variedad
de microclimas debido a la influencia de los vientos que traen las
lluvias desde la cuenca amazónica. Su límite norte
fue la laguna Pomacochas, en el departamento de Amazonas, su límite
sur fue la provincia de Pataz, en el departamento de La Libertad,
por el este lo fue el río Huallaga, y por el oeste el río
Marañón... < Ver
Mapa >
La Cultura Chachapoya es la máxima expresión de la
civilización andino-amazónica de nuestro país.
Sus pobladores lograron vivir en armonía con su entorno natural,
conformado por especies de fauna como el oso de anteojos, mono choro
de cola amarilla, maquisapa de montaña, majaz, puma, gato
montés, gallito de las rocas, tapir de montaña, sajino,
venado, taruca, llama, guanaco, alpaca, vicuña, pavas de
monte, loros, mariposas y una gran variedad de picaflores como el colibrí
maravilloso. Entre la flora destacan las bromelias, helechos,
caña brava, musgos, líquenes, lianas, bejucos, plantas
medicinales, árboles como el cedro, higuerón, ishpingo,
aliso, quishuar, romerillo, ccolle, tara, palmeras, y diversidad
de orquídeas como el zapatito
rosado. La belleza paisajística del territorio
Chachapoya es sobrecogedora, allí destacan las cataratas
de Gocta,
Yombillo y Chinata, y las lagunas de los Cóndores,
Pomacochas, Pías, Huayabamba, entre otras.
No obstante lo difícil de su territorio, caracterizado por
sus valles estrechos,
abundante vegetación, escasas tierras cultivables, inmensos
farallones, montañas siempre cubiertas de neblina,
suelos rocosos, ácidos y con insuficiente humus. Esta región
es afectada por los deslizamientos propios de las cuencas de alta
pendiente, debido a las lluvias casi permanentes en el lugar, que
oscilan entre 2,000 y 4,000 mm al año, siendo la época
de mayor precipitación entre setiembre y abril. El cronista
Antonio de la Calancha describe el territorio como un lugar de "montañas
muy ásperas donde siempre llueve, tierra montuosa, poblada
de sabandijas, abundante de tigres i llena de árboles silvestres".
Las dificultades geográficas del territorio impulsaron a
los Chachapoya a desarrollar una actividad agrícola que les
permitió convertirse en una sociedad sostenible y organizada.
Implementaron un sistema de terrazas o andenerías, anterior
a las de los Inca, con canales de irrigación y sistemas de
drenaje, que permitieron el cultivo de papa, maíz, yuca,
kiwicha, quinua, ajíes, tarwi, coca, mashua, arracacha, yacón
y diversas frutas. Uno de los centros agrícolas más
importantes del territorio Chachapoya fue Papamarca
o "pueblo de la papa". También se dedicaron al
pastoreo de llamas y alpacas y fueron diestros cazadores de animales
de monte, como venados, tarucas, sajinos y otras especies.
Cabe resaltar que para el establecimiento de centros urbanos los
Chachapoya tomaron en cuenta las siguientes variables: buena visibilidad
con lugares estratégicamente ubicados, y condiciones favorables
para la agricultura, la cacería y la recolección de
frutos.
Los Chachapoya destacaron por ser eximios ingenieros y arquitectos,
legándonos construcciones majestuosas como las de Kuélap,
Gran Pajatén, Purunllacta, Gran Vilaya, Olán, Vira
Vira, Macro, Ollape y otras. El Gran
Pajatén, ubicado a 2,850 msnm en la provincia
de Mariscal Cáceres, en el departamento de San Martín,
forma parte del Parque Nacional del Río Abiseo y es uno de
los lugares más representativos de esta cultura después
de Kuélap. Este complejo, descubierto en 1964, está
compuesto por 16 construcciones circulares a manera de torreones,
que medían entre 1 y 15 m de diámetro, y cuyas paredes
externas están decoradas con frisos que representan figuras
humanas y de animales,
habiéndose hallado en los aleros de las paredes curiosas
tallas en madera conocidas como "los
pinchudos", que representan hombres desnudos con
las manos colocadas sobre su pecho.
Otro arte Chachapoya que también tuvo un alto grado de desarrollo
fue la escultura. Esculpieron la piedra con figuras antropomorfas,
zoomorfas y geométricas, crearon frisos decorativos, cabezas
clavas, trabajos en mampostería, pisos de laja y diversos
símbolos que hasta el día de hoy son un enigma.
También fueron hábiles textileros
que dominaron la tapicería, el bordado, el tejido
pintado, y el arte
de las plumas, usando para ello finas fibras de camélidos
y de algodón, trabajados en telares
de cintura con herramientas de costura como husos,
agujas, etc. Sus prendas
de vestir estaban finamente adornadas con dibujos de
serpientes, aves, monos y felinos, donde predominaban los colores
ocre, marrón, rojo, amarillo, negro y blanco, provenientes
de árboles y plantas.
Se han recuperado valiosas muestras de instrumentos musicales, como
antaras, flautas
y tambores, sin embargo es muy poco lo que se sabe de la música
y danza de los Chachapoya, pero a partir de las evidencias encontradas
y las tradiciones de los pueblos que hoy ocupan ese territorio,
los investigadores están recuperando estas artes perdidas.
Otra de sus manifestaciones artísticas se da a través
de los mates
pirograbados, con finos dibujos y diseños de hombres,
serpientes, monos, aves, plantas, entre otros, que dan una visión
panorámica de las costumbres y tradiciones de esa sociedad,
a través de mitos y leyendas.
Aunque su cerámica utilitaria no fue la mejor expresión
de su arte, ésta era muy singular y rústica,
hallándose cántaros,
vasos y jarras
envueltas con soguillas, quizá para evitar la
pérdida de calor o como protección contra los golpes.
No obstante lo rústico de su cerámica utilitaria,
la de tipo funerario fue exquisita y bien lograda. Los resistentes
sarcófagos sagrados o purunmachus eran las tumbas individuales
de los personajes más ilustres de la cultura Chachapoya:
curacas, guerreros, chamanes, etc. Los purunmachus fueron hechos
con arcilla, madera y caña, sus tamaños
variaron entre 1 y 3 m de alto, dependiendo del espacio donde iban
a ser colocados, y fueron pintados con colores ocre, amarillo, rojo
y blanco. Algunos purunmachus tuvieron máscaras
mortuorias en la parte superior, otros en el centro y
unos más pequeños no las tenían.
La elevada espiritualidad de esta sociedad se manifestaba de manera
muy ferviente rindiendo culto permanente a sus muertos, a quienes
enterraban colectivamente en grandes mausoleos ubicados en las cornisas
de inaccesibles montañas, tal es el caso de Karajía, Lamud, Revash
y otros lugares. Allí los constructores hicieron uso de todas
las proyecciones naturales de los acantilados, usando para ello
postes de madera y tablones que se insertaban en salientes, o como
caminos para llegar a los diferentes lugares. Llama la atención
que la mayoría de estos centros funerarios, ubicados generalmente
en zonas cercanas a los poblados, tuvieran las paredes
pintadas con símbolos zoomorfos o antropomorfos
de color ocre rojizo. La mayoría de los sitios funerarios
han sido saqueados por los huaqueros locales.
Cabe resaltar que tanto los purunmachus como los mausoleos estuvieron
orientados hacia las pacarinas o lugares de origen, reverenciando
a sus ancestros y protegiendo a sus descendientes, quienes periódicamente
visitaban las tumbas de sus muertos y eventualmente renovaban sus fardos.
Lugares como Lamud, Karajía, Revash, La Petaca y la Laguna
de los Cóndores, aún reflejan el respeto
que los antiguos Chachapoya tuvieron por la vida en el más
allá. En épocas recientes, a pesar de las inclemencias
climáticas y del saqueo
por parte del hombre, se han podido recuperar 200 momias
en la Laguna de los Cóndores, que hoy se conservan de manera
notable en el Museo
de Leymebamba, hecho que permitirá reconstruir
parte de la historia aún oculta de esta sociedad de temibles
guerreros, místicos chamanes y artistas sin par, que nos
sorprenden hasta el día de hoy, más de 1,200 años
después. |
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