La Luz

     
  La luz, que influye sobre los organismos, proviene directa o indirectamente casi exclusivamente del Sol, aunque en las urbes modernas la iluminación artificial tiene una innegable influencia ecológica. Con excepción de algunas bacterias, todos los organismos existentes en la Tierra dependen de la luz.

La luz provee de la energía necesaria a las plantas verdes, que poseen clorofila, para la fotosíntesis, a través de la cual se produce la materia orgánica. Los animales herbívoros y carnívoros dependen indirectamente de la luz a través de las cadenas tróficas o alimenticias, porque aprovechan los alimentos producidos por las plantas.

¿QUÉ ES LA FOTOSÍNTESIS?

La fotosíntesis es el proceso mediante el cual las plantas verdes combinan el dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera con el agua y producen materia vegetal, emitiendo al ambiente oxígeno (O2). Este proceso de las plantas depende de la intensidad y de la calidad de la luz. A mayor intensidad aumenta la fotosíntesis hasta un cierto nivel. La calidad de la luz, o sea, la amplitud espectral, es ecológicamente importante para las plantas, siendo particularmente sensibles las plantas acuáticas como las algas.



La luz influye también en el crecimiento de las plantas y en la formación de órganos. La alta radiación ultravioleta destruye materias necesarias para el crecimiento. Por esta causa, las plantas de zonas frías, como la Puna, crecen más lentamente que las de zonas cálidas. Igualmente, la radiación ultravioleta frena la reproducción y mata las bacterias.

Por otra parte, la influencia de la luz es importante para la germinación de las semillas y el movimiento de orientación de las plantas hacia la fuente de luz (fototropismo).

La fotoperiodicidad, o sea, la duración del día, tiene influencia ecológica sobre las plantas, siendo posible distinguir plantas de día largo, que florecen con más de 12 horas de luz (trigo, espinaca, lechuga, arvejas, etc.); plantas de día corto, que florecen con menos de 12 horas de luz (maíz, algodón, crisantemos, dalias, etc.); y plantas neutrales, sobre las que no influye la longitud del día, como el girasol.

En los animales la adaptación a la luz se manifiesta en los órganos de los sentidos, estructurados especialmente para captarla, como los ojos. Por ejemplo, los animales que viven en un ambiente con poca luz o son de actividad nocturna poseen ojos más grandes (lechuzas, chotacabras, felinos, etc.). En plena oscuridad se reducen o desaparecen los órganos captadores de luz, como en el caso de los peces de los fondos marinos, de los habitantes de cuevas (peces cavernícolas), y de los parásitos internos (lombrices, tenias).

La luz influye también en la actividad fisiológica de los animales. Algunas especies son activas de día (muchas aves, hormigas y muchísimas otras), otras de noche (lechuzas, muchos murciélagos, felinos), y otras en el crepúsculo o al amanecer. En este caso, la cantidad de luz ejerce una influencia estimulante o frenadora de la actividad.

La luz de la Luna, que proviene indirectamente del Sol porque es sólo el reflejo de la luz solar, ejerce influencia también sobre los animales. En los bosques tropicales amazónicos, por ejemplo, se sabe que en las noches de luna llena existe mayor actividad que en las noches sin esa luz. Muchos felinos üaguar, tigrillos) tienen mayor actividad en esos días. De igual forma, muchos pescadores aprovechan esos días para capturar ciertas especies de peces, que salen a la superficie con la luz lunar. Otras especies se reproducen sólo en noches de luna llena.
 
     

             
 
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