El Efecto Invernadero y el Deterioro de la Capa de Ozono |
1. El CO2 y el calentamiento
de la atmósfera. La humanidad produce en la actualidad ingentes
cantidades adicionales de dióxido de carbono (CO2), que crean un
desbalance en la atmósfera porque dicho gas no puede ser fijado totalmente
a través de la fotosíntesis. El incremento en el CO2 está
ocurriendo desde el siglo pasado, debido a la industrialización,
el consumo de ingentes cantidades de combustibles fósiles (petróleo,
gas, carbón) y por descomposición de la inmensa cantidad de
materia orgánica contenida en los bosques, que han sido aceleradamente
destruidos (tala, quema), sobre todo en las últimas décadas. La atmósfera terrestre en general acumula el calor, reteniendo las radiaciones caloríficas desde la tierra al espacio. El CO2 y el vapor de agua, que representan una fracción muy pequeña en la composición de la atmósfera, ejercen una influencia muy importante en el balance de calor entre la atmósfera y la Tierra. Ambas sustancias dejan pasar la radiación solar de onda corta, pero son absorbentes de las longitudes de ondas reflejadas o emitidas desde la tierra hacia el espacio. Es por eso que producen un efecto de entibiamiento de la atmósfera, conocido como efecto invernadero, parecido a las instalaciones cubiertas de vidrio para cultivar plantas en los climas fríos.
2. Clorofluorocarbonos y la capa de ozono. Los clorofluorocarbonos (CFC) son sustancias orgánicas sintéticas derivadas de los hidrocarburos del petróleo de bajo peso, también conocidos como haloorgánicos. A éstos se les ha sustituido varios o todos los hidrógenos por átomos de flúor, cloro, bromo o yodo. Son ejemplos, los CFC, bifenilos policlorados y los plaguicidas organoclorados. Son muy estables al calor, químicamente inertes, y pueden permanecer en el ambiente por muchos años. La estructura de los CFC posee varias relaciones de flúor y cloro, y los más utilizados comercialmente son los freones para producir aerosol. El problema de los CFC es que no se degradan en la troposfera, permanecen inalterados por largo tiempo (más de 10 años) y se difunden hasta la estratosfera. Cuando llegan a una altura entre los 20 y 50 km se descomponen por una reacción fotoquímica, produciendo cloro atómico, que se combina con el ozono (O,) y reduce la capa protectora de la atmósfera contra los temibles rayos ultravioleta provenientes del Sol. Este fenómeno es conocido como "la destrucción de la capa de ozono" o el "hueco de ozono", en aumento sobre la Antártida. Al destruirse o disminuir la capa de ozono, los rayos ultravioleta pueden pasar hasta la superficie de la Tierra y producir alteraciones en los ecosistemas (agua, organismos acuáticos, organismos terrestres) y originar irritaciones en los ojos y cáncer a la piel.
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