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El monóxido de carbono (C0) es un gas
incoloro, inodoro y muy tóxico, que se produce por la combustión
incompleta de sustancias que contienen carbono, como la gasolina, el diesel,
el carbón y la leña. Una de las principales fuentes de contaminación
del aire por este gas la constituyen los vehículos con motores de
gasolina, así como diversas industrias que utilizan como combustible
el carbón.
El CO se produce por la combustión incompleta en condiciones de deficiencia
de oxígeno. Si el oxígeno es suficiente, la combustión
produce dióxido de carbono (C02). Este gas se combina rápidamente
con la hemoglobina de la sangre, contenida en los glóbulos rojos
o eritrocitos, y reduce, a veces a niveles fatales, la capacidad de transporte
de oxígeno de los pulmones a las células del organismo. La
función normal de la hemoglobina es transportar el oxígeno
de los pulmones a las células y recoger el C02 para evacuarlo por
los pulmones.
Exposiciones, aún en muy bajas concentraciones, originan efectos
adversos a la salud por el bloqueo permanente de la hemoglobina por el CO,
pues ésta no puede liberar el gas mencionado. Si se expone a una
persona a una concentración de 100 ppm (= partes por millón)
se produce dolor de cabeza, reducción del discernimiento mental y,
después de dos horas de exposición, la capacidad de la sangre
para acarrear oxígeno disminuye en un 90%. Aún en concentraciones
de 15 ppm, comunes en áreas de alto tránsito de vehículos,
sus efectos son notorios, especialmente en personas con afecciones nerviosas,
cardiovasculares o pulmonares.
EN
CONCLUSIÓN |
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La contaminación con CO y sus efectos sobre la salud
son especialmente peligrosos en zonas con alta concentración
de tráfico vehicular y con industrias siderúrgicas
y similares. La exposición permanente produce anemia
y falta de oxígeno en las células y tejidos. |
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