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La minería, metálica y no metálica, se ha convertido
en una de las actividades económicas más importantes del
país, dirigida básicamente a la exportación de materias
primas. Una parte importante de las divisas y decenas de miles de puestos
de trabajo dependen de la actividad minera, y ésta goza del apoyo
y de la prioridad por parte del Estado.
A pesar de su indiscutible importancia económica, la actividad
minera se ha transformado en una de las industrias más contaminadoras
del medio ambiente, lo que no es justificable desde ningún punto
de vista.
Las grandes refinerías, como La Oroya e Ilo, contaminan la atmósfera
con humos tóxicos y las aguas con desechos altamente contaminantes,
que son echados al medio ambiente casi sin ninguna restricción,
a pesar de que las normas legales obligan a controlar los impactos negativos.
Muchos centros mineros, dispersos en toda la serranía, a través
de sus concentradoras, vierten a los lagos y ríos millones de toneladas
de relaves o aguas de cola. Decenas de ríos (Santa, Rímac,
Mantaro, Huallaga, Moche, Churín, etc.) se están transformando
en ríos muertos, no sólo con consecuencias para los recursos
hidrobiológicos sino también para las actividades agrícolas
y pecuarias.
IMPORTANTE |
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La extracción de petróleo en la selva está
creando problemas en los ríos por el vertimiento
en ellos de las aguas de formación.
Con frecuencia, los medios de prensa recogen las protestas
de los pobladores locales de diferentes partes del país
que, afectados por esta situación, tratan de lograr
que se detenga la contaminación. Algunas correcciones
se hacen, pero con demasiada lentitud. |
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